GRAVES sobre LAWRENCE (II)

T. E. Lawrence
La fascinación que sintió Robert Graves por T. E. Lawrence quedó de manifiesto tanto en su obra Lawrence y los árabes (1927), uno de sus primeros libros extensos en prosa, como en sus memorias Adiós a todo eso, una obra que veintiocho años más tarde, Graves corregiría para reemplazar el capítulo dedicado a Lawrence por otro más amplio escrito cinco años después. Seleccionamos aquí algunos pasajes de dicho capítulo. (Ver primera parte de 'Graves sobre Lawrence')
 
EL DEPARTAMENTO DE LAWRENCE

“[…] El departamento de Lawrence era oscuro, con las paredes revestidas de caoba, con una gran mesa y un escritorio como muebles principales. Había también dos pesados sillones de cuero que había adquirido de un modo curioso. Un día se presentó repentinamente un millonario americano, petrolero, cuando yo estaba allí, y le dijo:

–He venido desde Estados Unidos, coronel Lawrence, con el objeto de hacerle una sola pregunta. Usted es el único hombre que puede responderla honestamente. ¿Justifican las condiciones políticas de Oriente Medio la inversión de mi dinero en el petróleo de Arabia Saudita?

Lawrence, sin levantarse, respondió tranquilamente:

–No.

–Eso es todo lo que deseaba saber; ha valido la pena hacer el viaje. ¡Muchas gracias y buenas tardes! –en su rápida mirada por el cuarto advirtió que algo faltaba, y al pasar por Londres camino de su país, eligió los sillones y se los envió a Lawrence con su tarjeta.

Las otras cosas que podían verse en el cuarto eran cuadros, incluido el retrato del emir Feisal, pintado por Augustos John, que Lawrence compró, según tengo entendido, con el diamante que llevaba como marca de honor en su turbante árabe; sus libros, entre los que se hallaba Chaucer de Kelamscott; tres alfombras para orar, regalo de los jefes árabes, una de ellas con un bordado en lapislázuli, la campana de la estación de Tell Shawn procedente del ferrocarril de Hedjas; y, sobre la chimenea, un juguete de cuatro mil años de antigüedad, un soldado de arcilla hallado en la tumba de un niño en Charhemish, donde Lawrence había hecho excavaciones antes de la guerra […]”.

PROYECTOS DE LAWRENCE EN OXFORD




“[…] Yo trabajaba entonces en un nuevo libro de poemas, que reflejaba mi angustiosa condición de entonces; apareció más tarde con el título de El espejo. Lawrence me hizo algunas sugerencias para mejorar esos poemas, la mayoría de los cuales aproveché. A veces su comportamiento era como el de un estudiante. En una ocasión visité la cima de Radcliffe y desde allí vi los techos de los colegios vecinos. En un pináculo de All Souls ondeaba una pequeña bandera escarlata de Hedjas. Lawrence había sido un famoso escalador de muros doce años antes, cuando era estudiante en el Colegio de Jesús. Me habló de dos o tres proyectos para engalanar All Souls y Oxford en general. Uno era reemplazar la madera podrida del cuadrángulo; había sugerido en una reunión del colegio que se quemara o la sustituyeran; no se hizo nada. Había propuesto sembrar setas en él, y consultó con un experto de la ciudad. Pero las dificultades técnicas del cultivo de setas resultaron ser muchas, y Lawrence tuvo que ir a ayudar a Winston Churchill a redactar los acuerdos sobre Oriente Próximo de 1922, antes de que los acontecimientos los superaran.

Otros proyecto, para el que solicitó mi ayuda, consistía en robar los ciervos del Colegio de la Magdalena. Los podríamos conducir una mañana muy temprano al pequeño cuadrángulo interior de All Souls, bastaba con convencer al colegio para que respondiera a las protestas de los de la Magdalena afirmando que se trataba del rebaño de All Souls que había pastado en nuestros prados desde tiempo inmemorial. Esperábamos grandes cosas de aquel asalto, pero nos hacía falta Lawrence como caudillo; por eso el plan se derrumbó con su partida. Sin embargo, logró organizar con buenos resultados una huelga entre los sirvientes del colegio para obtener mejores honorarios y salarios, cosa que no había ocurrido desde la fundación de la universidad. También se proponía regalar un pavo real al colegio, que debería llamarse Nathaniel, el nombre de lord Curzon, un enemigo de Lawrence y rector de la universidad […]”.


RETRATOS DE LAWRENCE

Retrato de Augustus John
“[…] En esa época Lawrence se interesaba en conocer a los principales pintores y escultores, y trataba también de aprehender el secreto de su arte. Frecuentemente posaba como modelo para ver lo que hacían con él y comparar los resultados.

Hace poco vi la versión de sir Williams Orpen (la obra amplía de manera curiosa y casi difamatoria un elemento muy rara vez visto en el carácter de Lawrence), un aire furtivo de muchacho de la calle. Es lo opuesto al retrato de Augustus John en el que su heroísmo es demasiado grandilocuente […]”.

(Textos extraídos de Adiós a todo eso, de Robert Graves. Traducción de Sergio Pitol).


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